Todos tejemos historias a nuestro alrededor. Nos contamos un montón de ellas, acerca de nuestros padres, de los hijos y de la pareja. Tratamos inmensamente de estar a la altura de una serie de circunstancias porque nos han contado la historia que tenemos que ser muy agradables. En fin la propia historia es la única que puede contarse y amarse, es la única historia además que merece ser vivida.
Las tejedoras del amor siempre están al acecho de vivir la vida del otro, de estar en sus pensamientos, en sus recuerdos y en sus acciones. Pero esas historias no siempre son lo mejor que se puede. Algunas tejen historias de horror, otras de tristeza, algunas más de melancolía y al contar y vivir sus historias, se olvidan de vivir su propia historia.
Parece un abuso del lenguaje, pero no tengo otro remedio, vivir a través de la historia de otros, tejiendo y destejiendo experiencias, es desperdiciar la madeja de la vida....
Tal vez, tu madeja se enredó, se rompió o se acabo el hilo. Repiensa tu vida, decide qué quieres y empieza a poner los puntos para que la vida sea lo que tu quieres. Y sobre todo, ¿cómo quieres que otros cuenten tu historia?
Ana Giorgana
www.cecreto.com
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