Autor: Ana Giorgana
8 de Marzo 2016
Es difÃcil tratar de comprender a las mujeres de antaño. Unidas a sus hombres que fueron elegidos por sus padres. Sin embargo, no habÃa opciones. Esa era la alternativa. Vivir en matrimonio en una familia digna, de respeto y junto a un hombre que les diera seguridad, posición social y aprecio.
La historia de la mujer siempre está ligada al mundo de lo privado. Al entorno familiar y a las diversas actividades que tienen que ver con la crianza, la casa y los hijos. Pareciera que la maternidad las ha consagrado a un nicho en el que sólo su hacer es importante en la medida de que capaz de proveer cuidados.
Durante años el quehacer de las mujeres estuvo enfocado hacia las profesiones de ayuda: trabajo social, enseñanza, curanderas y enfermeras.
Posteriormente las alternativas fueron abriéndose frente a ellas, por supuesto no sin resistencia de una infinidad de factores y de valores a desafiar. Al ser catalogada como la parte fina y sensible. Sus labores creativas en el bordado, en la costura dentro de la vida familiar, se inicio un espacio por ejemplo, hacia las artes. Un camino más para los oficios y dar a conocer sus talentos.
Afortunadamente los roles, el movimiento social y las condiciones históricas se han modificado, por tanto, estos papeles se han modificado. Todos debemos ajustarnos a la época en la que vivimos. La sociedad se transforma, las tecnologÃas impactan, por supuesto, que lo que fue válido en un momento de la historia ahora ha perdido vigencia.
Durante mucho tiempo la mujer ha sido considerada como la proveedora del hogar. Cuántas mujeres lucharon por tener una posición diferente distinta. Algo que las hiciera vibrar en su ser. Nada sucede por casualidad. Muchas mujeres y hombres visionarios han luchado para que la mujer tenga un papel distinguido, valorado, y el reconocimiento jurÃdico en el mundo de hoy. Muchas luchas se han realizado en este contexto.
Hombres y mujeres somos iguales en cuanto a derechos y obligaciones frente a la ley. Pero si reflexionamos un poco más, la realidad es que no somos iguales. Las mujeres centramos nuestras prioridades en torno a la prole, la proveedurÃa doméstica y mucho más. El hombre se encarga de ser un proveedor de las cosas materiales, pero en general, poco está con los hijos y sus problemas en el entorno familiar.
Ni bueno ni malo. Evidentemente ha habido un cambio. Cada dÃa los padres se involucran más en la crianza de los hijos. Están atentos a las necesidades de sus vástagos. Pero lo que sà parece una realidad, es la manera en que cada uno de los representantes de la pareja, en las familias, considera que es la asignación de las funciones que a cada quién le toca desempeñar.
¿ Quién hace qué y cómo la hace ?
Cuando los roles estaban muy bien definidos y las estructuras sociales también. La distorsión no tenÃa lugar. Asà era y punto. .
Sin embargo, muchas mujeres decidieron no seguir con un destino atado sólo al mundo privado y a la maternidad. Al reconocer sus propias necesidades, deseos y anhelos. Luchan por tener un papel en el mundo público.
Por supuesto, que al moverse ellas, todo tiende a modificarse.
La estructura familiar, la social, la laboral, la escolar. Pero también es cierto, que independientemente de sus anhelos, muchas salieron a trabajar para compensar junto a sus hombres el gasto familiar. La Revolución Industrial da cuenta de ello.
No sólo las mujeres se incorporaron a la fuerza laboral junto a sus hombres, también los niños en cuanto su edad lo permitÃa. Pero existÃa una demanda para ello. Una necesidad económica.
Las mujeres al contar con la experiencia del trabajo remunerado conocen bien el poder de generarlo.
En estas lÃneas parece muy sencillo decirlo, pero el contexto psicológico y social que enfrentan en aquel entonces no era del todo favorable. La posibilidad de generar dinero, poder adquisitivo poco a poco va permeando en su psicologÃa para distanciarse de un destino de dominio de muchos muchos años.
A la mujer pasado los siglos ya no le conforma con ser un ente social que sólo es definida como aquello a lo que pertenece:
- Ser la hija de…
- La hermana de…
- La esposa de…
- Y la mamá de...
Por tanto, gana en sus espacios:
- poder de decisión.
- poder generar dinero.
- poder trabajar o no trabajar.
- formar o no formar pareja.
- ser o no ser madre.
El ejercicio de este poder de decisión en sus vidas. Muchas mujeres de siglos anteriores no hubieran soñado con lo que las mujeres de hoy en dÃa tenemos y podemos hacer.
Este ejercicio de poder decisión no ha sido gratis. Hombres han luchado para que asà sea.
Este ejercicio del poder de decisión nos lleva a replantearnos
¿ Qué queremos ?
¿Cómo lo queremos ?
¿Para qué lo queremos?
Dentro de mi punto de vista, las opciones están a la vista. Parece que el gran problema es que la mujer quiere el poder de decisión, pero sin la responsabilidad que esto conlleva.
Sà decido. También existen consecuencias.
Cada una en su individualidad, sabrá cuáles son.
Queda aún mucho por reflexionar acerca de las mujeres de hoy.
Más que de las mujeres de los papeles que elige tener.
Sà decido ejercer mi poder de decisión necesito también asumir las consecuencias.
No sólo para las mujeres.
Cualquier acto, sentimiento, proceder conlleva una consecuencia.
¿ Será que ahora las mujeres queremos vivir sólo las mieles de la libertad y del poder de decisión pero no sus consecuencias ?
Hombres y mujeres quizá, sólo por un momento, necesitamos reflexionar acerca de lo que es mejor para cada quién y en nuestra vida en común.
Mi página www.cecreto.com
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